19 Están en un error quienes opinan que el Espíritu mata o se le puede matar, pues ni mata ni puede ser matado.
20 Nunca ha tenido nacimiento, ni tampoco está sujeto a la muerte; no habiendo sido, jamás dejará de ser. Eterno, no-nato, imperecedero, sin principio ni fin, no se aniquila ni experimenta quebranto alguno cuando se destruye su envoltura mortal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario