No tienes origen ni medio ni fin, ¡oh inagotable energía! Innúmeros son Tus brazos. Sol y luna tus ojos. Es tu faz como fuego de sacrificio en cuyo ardor se abrasan los mundos.
De Ti sólo están llenos los cielos y la tierra y las regiones todas que entre cielo y tierra se dilatan. Los tres mundos se abaten, ¡oh Señor poderoso!, ante la amedrentable manifestación de Tu Forma.
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