Estando liberadas
del apego, el temor y la ira, estando totalmente absortas en Mí y refugiándose
en Mí, muchísimas personas se purificaron en el pasado mediante el conocimiento
acerca de Mí, y de ese modo todas ellas alcanzaron el estado de amor
trascendental por Mí.
SIGNIFICADO
Como se explicó
anteriormente, a una persona que está demasiado afectada por lo material, le
resulta muy difícil entender la naturaleza personal de la Suprema Verdad Absoluta.
Por lo general, la gente que está apegada a la concepción corporal de la vida
se encuentra tan absorta en el materialismo, que le resulta prácticamente
imposible entender que el Supremo puede ser una persona. Esos materialistas ni
siquiera pueden imaginar que existe un cuerpo trascendental que es
imperecedero, que está colmado de conocimiento y que es dichoso eternamente.
Bajo el concepto materialista, el cuerpo es perecedero, está colmado de ignorancia
y es completamente desdichado. Por lo tanto, cuando a la generalidad de la
gente se le informa de la forma personal del Señor, mantienen en mente esa
misma idea corporal. Para esos hombres materialistas, la forma de la gigantesca
manifestación material es lo supremo. En consecuencia, ellos consideran que el
Supremo es impersonal. Y, como están demasiado absortos en lo material, los
asusta el concepto de retener la personalidad después de liberarse de la materia. Cuando se
les informa que la vida espiritual también es individual y personal, sienten
temor de volverse personas de nuevo, a raíz de lo cual prefieren, naturalmente,
una especie de fusión con el vacío impersonal. Ellos suelen equiparar a las
entidades vivientes con las burbujas del océano, las cuales se funden en el
océano. Ésa es la máxima perfección de la existencia espiritual que se logra
sin personalidad individual. Es una especie de etapa aterradora de la vida,
desprovista del conocimiento perfecto de la existencia espiritual. Además, hay
muchas personas que no pueden entender en absoluto la existencia espiritual.
Agobiadas por muchísimas teorías y contradicciones de diversos tipos de
especulación filosófica, se hastían o se disgustan, y concluyen neciamente que
no hay ninguna causa suprema y que, en definitiva, todo es un vacío. Esta clase
de personas se hallan en una condición enferma de la vida. Algunas
personas están demasiado apegadas a lo material y, por consiguiente, no le
prestan atención a la vida espiritual; otras quieren fundirse en la suprema
causa espiritual; y otras no creen en nada, ya que por desesperación están
disgustadas con toda clase de especulaciones espirituales. Esta última clase de
hombres se refugian en alguna clase de embriagante, y sus alucinaciones
sentimentales se aceptan a veces como visión espiritual. Uno tiene que
deshacerse de todas las tres etapas de apego al mundo material: el descuido de
la vida espiritual, el temor de una identidad personal espiritual y el concepto
de vacío que surge de la frustración en la vida. Para librarse de
estas tres etapas del concepto material de la vida, uno tiene que refugiarse
por completo en el Señor, guiado por el maestro espiritual genuino, y seguir
las disciplinas y principios regulativos de la vida devocional. La última etapa
de la vida devocional se denomina bhava, o amor trascendental por Dios.
Según El
Bhakti-rasamrta-sindhu (1.4.15–16), la ciencia del servicio devocional:
"Al principio,
uno debe tener un deseo preliminar de autorrealizarse. Eso lo llevará a uno a
la etapa de tratar de asociarse con personas que estén elevadas
espiritualmente. En la siguiente etapa, uno es iniciado por un maestro
espiritual elevado y, bajo la instrucción de él, el devoto neófito comienza el
proceso del servicio devocional. Mediante la ejecución del servicio devocional
bajo la guía del maestro espiritual, uno se libera de todo apego material,
logra estabilidad en la autorrealización y adquiere un gusto por oír hablar de la Absoluta Personalidad
de Dios, Sri Krsna. Ese gusto lo lleva a uno más adelante en el apego por el
estado de conciencia de Krsna, que madura hasta volverse bhava, o la etapa
preliminar del amor trascendental por Dios. El verdadero amor por Dios se
denomina prema, la etapa más elevada y perfecta de la vida". En la etapa
de prema existe una dedicación constante al trascendental servicio amoroso del
Señor. De modo que, mediante el lento proceso del servicio devocional, bajo la
guía del maestro espiritual genuino, uno puede alcanzar la máxima etapa,
liberándose de todo apego material, del temor de la personalidad individual espiritual
y de las frustraciones que culminan en el vacío filosófico. Así, finalmente uno
puede llegar a la morada del Señor Supremo.
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